Te ilusionás, pero también te da miedo. Querés entregarte, pero al mismo tiempo estás alerta. Y entonces aparece la voz interna: ¿Estará hablando con alguien más?, ¿Le gusto de verdad?, ¿Y si se cansa apenas me conozca bien? Todos estos pensamientos son más comunes de lo que crees, sobre todo al comienzo de las relaciones, y pueden conducir a comportamientos tóxicos que destruyan el vínculo. En este artículo te cuento cómo podés sobrellevar estos miedos y fortalecer tu relación.
¿Por qué nos ponemos tan inseguros cuando empezamos a conectar?
La inseguridad emocional al comienzo de un vínculo es más común de lo que pensás. Sobre todo si venís de relaciones que dolieron, sos sensible o creciste en entornos donde el afecto se sentía inestable.
Cuando alguien nos gusta de verdad, también aparece el riesgo de perderlo. Y ahí el cerebro (programado para sobrevivir) empieza a imaginar amenazas: “No me contesta porque ya no le intereso”, “Capaz soy menos atractivo/a que su ex”, “Quizás hoy sale y conoce a alguien mejor”. Desde la psicología cognitivo-conductual (TCC) sabemos que se activan:
Esquemas de apego (miedo al abandono o a la invasión).
Creencias sobre uno mismo (“no soy suficiente”).
Sesgos de confirmación, que rellenan los espacios vacíos con las hipótesis más dolorosas.
Ser concientes de esto nos permite entender mejor nuestro comportamiento y desarrollar herramientas para no superar los miedos.
Inseguridad no es debilidad: es una necesidad legítima de seguridad
Sentirte inseguro/a es algo muy diferente a ser tóxico o poco maduro. Solo muestra que algo importante está en juego y necesitás certezas, formas legítimas de encontrar seguridad en el vínculo. Hay tres razones principales que explican porque se manisfiesta este sentimiento:
Evolución y apego: De bebés dependemos de un cuidador para sobrevivir. Ese detector de distancia emocional sigue vivo en el adulto: un simple “visto” sin respuesta puede encender la misma alarma ancestral.
Experiencias previas: Si viviste engaños o rupturas inesperadas, tu cerebro aprendió que el amor puede doler y te protege anticipando peligros.
Auto-esquemas frágiles: Cuando la autoestima es tambaleante, cualquier gesto ambiguo se lee como confirmación de no valer lo suficiente.
Reconocer esto no justifica comportamientos invasivos, pero ayuda a entender de dónde viene la ansiedad que podés sentir.
Estableciendo límites: cuando la inseguridad se vuelve toxicidad
La necesidad de certezas puede empujarnos a comportamientos que prometen calmar la ansiedad… y terminan multiplicándola. Vamos a poner tres ejemplos típicos y que suelo encontrar con frecuencia en mis consultas clínicas, en forma de una pregunta seguida de un comportamiento:
Pregunta: “¿Me va a dejar?”. Comportamiento: Empezás a revisar sus redes, pedirle ubicación o interrogarlo/a con preguntas encubiertas.
Efecto: la otra persona se siente vigilada y se distancia.
Pregunta: “¿Le gusto lo suficiente?”. Comportamiento: Bombardear con preguntas sobre sus ex o sobre su “tipo ideal”.
Efecto: genera comparaciones constantes y un clima de tensión.
Pregunta: “¿Me engañará?”. Comportamiento: Amenazar con cortar la relación “por si acaso” o ponerlo/a a prueba todo el tiempo.
Efecto: se instala una desconfianza mutua que erosiona el vínculo.
Lo paradójico es que todas estas estrategias buscan seguridad y producen lo contrario: más distancia, más sospecha y más ansiedad.
Cómo cuidar el vínculo cuando aparecen estas dudas
Cuando las dudas y miedos se vuelven recurrentes, la relación puede correr peligro. Te dejo algunos consejos para que puedas preservar y fortalecer el vínculo:
1. Nombrá tu inseguridad sin criticarte
Tener miedo demuestra que algo te importa. Escribí sin filtro: “Me da miedo que…”. Luego agregá: “Y aun así puedo sostener esta emoción sin lastimar a nadie.”
2. Separá hechos de interpretaciones
Que no conteste inmediatamente no es una señal de desinterés. Preguntate: “¿Tengo pruebas o es mi ansiedad la que habla?”.
Acá hay que tener en cuenta que, hoy en día, vivimos en un mundo hiperconectado y pensamos que tenemos a la(s) otra(s) persona(s) al alcance de un WhatsApp, todo el tiempo. Esto no es realista ni tampoco sano: hay vida más allá de nuestro teléfono. Una demora en la respuesta no significa que la otra persona no quiere saber de vos, solamente indica que en ese momento no
3. Regulá tu ansiedad sin controlar al otro
La seguridad real nace de tolerar cierta incertidumbre. Practicá respiración o distracción planificada (salí a caminar, llamá a un amigo/a) para bajar la activación fisiológica que alimenta los pensamientos catastróficos. La meditación también puede ser una puerta de salida de la ansiedad.
4. Hablá desde la vulnerabilidad, no desde la acusación
Usá la fórmula: “Cuando pasa ___, me siento ___. Me ayudaría que ___.”
Por ejemplo: “Cuando pasan horas sin saber de vos, me entra inseguridad. ¿Te parece avisarme si vas a estar ocupado/a?”
5. Diferenciá inseguridad interna de señales reales
Si el otro coquetea abiertamente con terceros, evita comprometerse o te hace sentir que pedís demasiado, no es solo tu ansiedad: son sus acciones. Y ahí toca poner límites, no culparte por sentir.
Terapia de pareja: un entrenamiento emocional de a dos
Cuando la inseguridad genera discusiones repetitivas o desgaste, la terapia no es el último recurso sino un acto de cuidado preventivo. Dejar el proceso en manos de un profesional de la salud mental te puede ayudar a:
Encontrar un espacio moderado y seguro para hablar sin interrupciones ni culpas.
Identificar los ciclos de conflicto (“uno exige, el otro se aleja”).
Desarrollar herramientas de comunicación asertiva y acuerdos concretos (tiempos de respuesta, muestras de afecto, límites).
Reorganizar la dinámica de pensamientos de forma conjunta: cada uno identifica y cuestiona sus distorsiones (“si tarda en contestar es porque no me quiere”). Esto se llama reestructuración cognitiva conjunta.
Reforzar la alianza y la unión en la pareja: ejercicios de intimidad que suben la oxitocina y bajan la reactividad.
La evidencia muestra que la TCC de pareja y la Terapia Focalizada en las Emociones mejoran satisfacción, confianza y manejo de celos cuando ambos se comprometen al proceso.
Reflexión final
No hay amor sin un poco de miedo. No existe la confianza blindada desde el día uno. Pero podés tener dudas y construir algo sano si:
❤️🩹 Nombrás tu inseguridad sin atacarte.
🛂 Evitás convertirla en control.
🫂 Buscás apoyo —propio o de pareja— cuando la ansiedad supera tus recursos.
Recordá que merecés vínculos que no te confundan más de lo que te acompañan. Y la seguridad emocional no es un rasgo fijo: se cultiva, se practica y, si hace falta, se aprende de a dos en terapia.
Muchas gracias por leer este artículo y espero que te haya servido. ¡Te mando un abrazo grande!
por Ale Alvarez