Luto en Vida: Cómo Sanar al Perder a Alguien que Sigue Aquí
Perder a alguien que aún está vivo —ya sea por una separación dolorosa, la necesidad de alejarse de un vínculo tóxico o la decisión de cortar contacto con un ser querido— es uno de los duelos más complejos y desgarradores que podemos experimentar. La falta de rituales sociales de cierre hace que duela más, ya que no encuentras la validación y el apoyo de tu entorno que tendrías en otras circunstancias (como un fallecimiento). En este artículo, te comparto estrategias basadas en la psicología para navegar este camino.
Claves para Transitar el Duelo
A diferencia del duelo por fallecimiento, cuando “duelamos en vida” no hay rituales sociales que validen el dolor ni un cierre definitivo. La persona sigue existiendo, pero su ausencia en nuestra vida se convierte en una herida que late entre la nostalgia, la culpa y la ambivalencia. Este proceso, conocido como duelo ambiguo, requiere de una atención especial, mucha compasión y herramientas concretas para sanar.
Algunas estrategias que pueden ayudarte a transitar este momento son:
1. Permitirse sentir sin juzgar
El duelo por una persona viva suele estar plagado de emociones contradictorias: rabia, amor, culpa, alivio. Es normal sentirse confundido/a.
Consejo práctico: Anotá en un diario todas las emociones que surjan, sin censurarlas. Frases como “Te extraño, pero sé que alejarme era necesario” pueden coexistir. Esto te ayudará a validar tus sentimientos, lo que reduce la culpa y te facilitará comprender que la ambivalencia es parte natural del proceso.
2. Establecer límites claros (y mantenerlos…)
En este tipo de duelos, la tentación de volver a contactar a la persona o ceder ante sus demandas puede ser abrumadora. Los límites protegen tu espacio emocional y te recuerdan por qué tomaste esta decisión, evitando retrocesos dolorosos.
Consejo práctico: Si decidiste cortar el contacto, evitá revisar sus redes sociales o responder mensajes. Podés escribir una carta de despedida (sin enviarla) para plasmar lo que necesitás decir.
3. Reconocer que el duelo no es lineal
Mientras que en el duelo por muerte suele haber una narrativa de “cierre”, aquí es común que el dolor resurja en fechas significativas o ante recuerdos inesperados.
Consejo práctico: Creá un ritual personal para honrar tu proceso, como encender una vela cada vez que sientas nostalgia o guardar objetos simbólicos en una caja que decidas abrir solo en momentos específicos. Estos rituales te permiten conectar con el dolor de manera controlada, sin que te inunde.
Además, practicar la meditación puede ayudarte a encontrar paz con vos mismo/a, mientras poco a poco vas soltando a esa persona. Esto puede reforzarte en la búsqueda de un ritual de cierre de la relación.
4. Trabajar la culpa y la autoexigencia
Es frecuente cuestionarse: “¿Hice lo correcto?” o “¿Soy egoísta por priorizarme?”. La autocompasión neutraliza la culpa tóxica y refuerza tu derecho a proteger tu bienestar.
Consejo práctico: Reemplazá los pensamientos autocríticos con afirmaciones compasivas: “Tomé la mejor decisión con la información que tenía” o “Merezco relaciones que no me dañen”.
5. Reconstruir la identidad sin esa persona
Cuando alguien ocupa un rol central en nuestra vida (como una pareja o un familiar), su ausencia puede hacernos sentir que perdimos parte de quienes somos. Rearmar tu identidad, redefinir quien sos, fortalece la autoestima y te ayuda a crear una narrativa de vida donde vos sos el/la protagonista.
Consejo práctico: Explorá nuevas actividades o retomá hobbies que habías dejado. Preguntate: “¿Quién soy yo más allá de esta relación?”.
6. Abrazar la ambigüedad sin buscar respuestas absolutas
A diferencia de la muerte, este duelo no ofrece certezas. Puede que nunca recibas una disculpa, un reencuentro o una explicación que calme tu mente. La aceptación reduce la obsesión por controlar lo incontrolable y te permite enfocarte en lo que sí está en tus manos: tu sanación.
Consejo práctico: Practicá la aceptación radical mediante meditaciones que enfaticen frases como: “Aprendo a vivir con lo que no entiendo”.
7. Usar el arte o la escritura para expresar lo innombrable
El duelo ambiguo a veces carece de palabras. El arte puede ser un puente para liberar emociones atrapadas. La expresión creativa externaliza el dolor y puede ofrecer insights profundos sobre tu proceso interno.
Consejo práctico: Pintá un lienzo con colores que representen tu mezcla de emociones, o escribí un poema donde dialogues con esa persona sin filtros.
¿Por qué este duelo es tan doloroso?
Perder a una persona que queremos duele siempre, y es algo que tenemos que transitar en nuestras vidas. Sin embargo, en el duelo ambiguo existen agravantes que vuelven el proceso más difícil de transitar. Por ejemplo:
La herida incurable: La posibilidad de un reencuentro o reconciliación mantiene la herida abierta.
La falta de reconocimiento social: No hay funerales ni permisos laborales para este tipo de pérdida, lo que puede generar aislamiento.
La sombra del “qué pudo ser”: La persona sigue viva, pero la relación que existió ya no está, lo que genera un vacío único.
La terapia como aliada indispensable
Este tipo de duelo suele ser incomprendido incluso por seres queridos bienintencionados. Seguramente escucharás: “Pero si sigue vivo, ¿por qué no lo llamás?”. Este tipo de consejos, lejos de ayudar, pueden empeorar la situación al hacerte dudar o aumentar tu sentido de culpa.
En el duelo ambiguo, se vuelve difícil encontrar apoyo en nuestro entorno cercano y la sensación de aislamiento e incomprensión puede volverse insoportable. En estos casos, la terapia no es un lujo, sino una necesidad. Un profesional puede ayudarte a:
Diferenciar el amor del apego: ¿Extrañas a la persona o extrañas la idea de lo que representaba?
Manejar la rumiación mental: Técnicas como la descentralización cognitiva (observar los pensamientos sin fusionarte con ellos) reducen la obsesión.
Prevenir relaciones repetitivas: Comprender patrones evita que repitas dinámicas tóxicas en el futuro.
La terapia te brinda herramientas para gestionar la ambivalencia, procesar la pérdida y evitar que el duelo se estanque en el tiempo. Puede resultar de ayuda la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) o la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que trabajan la regulación emocional y la reconstrucción de significados.
Reflexiones finales
Sanar este tipo de duelo no significa dejar de amar o borrar los recuerdos. Se trata de hacer espacio para una nueva forma de existir, donde el dolor convive con la paz, y la pérdida se transforma en autoconocimiento. Permitite llorar, permitite dudar, pero también recordá celebrar cada día que elegiste quedarte con vos mismo/a.
No estás solo/a en esto. Aunque la sociedad no vea tu herida, aunque la persona ausente no entienda tu decisión, vos tenés el derecho sagrado de proteger tu corazón.
Y en los días más oscuros, cuando la nostalgia golpee fuerte, repetí como un mantra: “Mi dolor es válido. Mi elección fue valiente. Mi sanación es posible”.
Espero que este artículo te haya servido de ayuda, y si es así compartilo con quienes creas que lo necesitan. ¡Te mando un abrazo grande!
por Ale Alvarez